17.3.12

Guerras Voraces


Guerras voraces 
Fragmento del Libro Espejos de Eduardo Galeano

En 1975, el rey de Marruecos invadió la patria saharaui y expulsó a la mayoría de la población.
El Sahara es, ahora, la última colonia del África.
Marruecos le niega el derecho de elegir su destino, y así confiesa que ha robado un país y que no tiene la menor intención de devolverlo.
Los saharauis,  los hijos de las nubes, los perseguidores de la lluvia, están condenados a pena de angustia perpetua y de perpetua nostalgia.
Las Naciones Unidas les han dado la razón, mil y una veces, pero la independencia es más esquiva que el agua en el desierto.






Mil y una veces, también, las Naciones Unidas se han pronunciado contra la usurpación israelí de la patria Palestina.
En 1948, la fundación del estado de Israel implicó  la expulsión de ochocientos mil palestinos.
Los palestinos desalojados se llevaron las llaves de sus casas, como habían hecho, siglos antes, los judíos que España echó.
Los judíos nunca pudieron volver a España.
Los palestinos nunca pudieron volver a Palestina. 
Los que se quedaran fueron condenados a vivir humillados en territorios que las continuas invasiones van encogiendo cada día. 

Susan Abdallah, palestina, conoce la receta para fabricar un terrorista:
Despójelo de agua y de comida. Rodee su casa con armas de guerra. Atáquelo por todos los medios y a todas las horas, especialmente en las noches. Demuela su casa, arrase su tierra cultivada, mate a sus queridos, especialmente a los niños, o déjelos mutilados. Felicitaciones: ha creado usted un ejército de hombres-bomba. 





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